El puente de Besalú es original del siglo XI, pero las obras de reconstrucción se realizaron en 1316. Encima de los andamios, los oficiales siguen las órdenes de Pere Baró, cincelan las piedras y los sillares. Los albañiles procuran que los pilares queden bien compactos para que la estructura sea firme y estable, a prueba de riadas. La silueta se va perfilando y se levantan los pilares por las nueve arcadas que debe tener la primera parte del puente antes de realizar un ángulo hacia la derecha, desde la torre central, para no romper la corriente del agua. En este punto se estableció el «pagus», el peaje que todo el mundo que entraba en Besalú tenía que pagar. Unos obreros dan forma a la vía que debe atravesar el puente. Otros se encargan de hacer el apartador, un espacio amplio a los lados de la estrecha calzada donde se apartarán las caballerías y las personas para dejar el paso libre.